Actualmente ver a los hombres morir de enfermedades para las cuales existen vacunas o medicamentos trastorna la conciencia. De igual forma, en economía, consterna ver después de décadas a los dirigentes de Occidente y a sus sabios consejeros economistas aceptar, como una fatalidad, que desaparezcan millones de empleos, que se deslocalizan a Vietnam, China o la India, cuando una buena solución existe para todos. Dentro de esta grave situación también encontramos diversas realidades; la de millones de campesinos mexicanos, con medios de subsistencia comprometidos por la avalancha de maíz y pollo importados de los Estados Unidos; la de los miles de viñedos del gran sur Europeo de 200.000 hectáreas, víctimas de la ola de vinos importados de Australia o de África del Sur; la de pequeñas haciendas familiares del Estado brasileño de Rió Grande Do Sul que no pueden resistir al dumping monetario ...